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Xwebûn: la ciencia de las mujeres ante los muros

Esta fue una conversación con Alessia Dro, representante de las mujeres de Kurdistán en América Latina, durante su estancia en Ecuador en el mes de marzo. Ante el cierre global de fronteras, Jineolojî, la ciencia de las mujeres difundida globalmente por las mujeres kurdas, construye respuestas desde la fuerza común y la imaginación política en pos de otras formas de organización. Esto se cumple por ejemplo, y a pesar de las múltiples tensiones políticas y contradicciones posibles, en Rojava, Federación Democrática del Norte de Siria, zona autónoma gobernada bajo los principios del confederalismo democrático, la igualdad de género, la protección de las minorías étnicas y religiosas y el desarrollo ecológico. 

Alessia vino a Quito a desarrollar un taller con colectivos y mujeres del movimiento feminista de Ecuador, encuentro que valoró como una posibilidad de encontrarnos desde varios lugares y distintas realidades. Unos meses después del taller, pudimos encontrarnos en Buenos Aires para poder continuar esta conversación que une luchas, contextos, lenguas y una experiencia común de las mujeres que se traduce en una multiplicidad de formas. Me alegra saber que las luchas de las mujeres ecuatorianas, sobre todo en la Amazonía, han dejado impresiones en Alessia. Los siguientes son fragmentos recogidos de esos diálogos con ella, y allí figuran, entretejidas, preguntas sobre las fronteras y las luchas de las mujeres. 

Kurdistán, territorio hoy dividido entre los Estados de Turquía, Irak, Irán y Siria, sufrió divisiones a lo largo de los siglos, por ejemplo, durante el Imperio Otomano, e incluso llegó a ver fronteras hipotéticas trazadas en el Tratado de Sèvres tras la Primera Guerra Mundial. Dichas fronteras, situadas en papeles, no se hicieron efectivas nunca. El pueblo kurdo ha visto sus confines trazados una y otra vez por guerras, disputas territoriales y acumulación de poder, pero su lazo ancestral y político no ha obedecido a esos trazados. Hoy, Kurdistán es una forma de resistencia contemporánea que irradia luchas similares en otros lugares del mundo, igual que la voz de Alessia Dro, voz colectiva, ilumina las luchas sociales que nombra en Ecuador.

Estamos construyendo un confederalismo democratico desde las mujeres para un mejor presente

El concepto de nación democrática de mujeres significa organizarse más allá de las fronteras: somos un pueblo en lucha en todo el mundo, es nuestro tiempo. Hemos desafiado la entidad monolítica confinada que representan los Estados nación desde nuestros mundos y nuestras luchas. Hay una relación entre lo que vemos en las fronteras y la Jineolojî: significa encontrar otros modelos de organización de las mujeres en el mundo para la transformación social y que se pueden construir desde lo que llamamos confederalismo de mujeres.

Los Estados nación

La formación de los Estados nación, entre otras cosas, se da sobre la necesidad de control territorial. Además, hemos naturalizado la idea de que no podemos existir fuera del Estado, pero hay una historia antes de los extractivismos y del saqueo, y estuvo dada, entre otras cosas, por alianzas entre mujeres que hoy recuperamos aunque haya diferencias culturales y geográficas. 

Los confines impuestos por los estados han dividido pueblos y han producido territorialidades que las mujeres hemos ido resignificando a través del sostenimiento del lazo comunitario y el cuidado de la tierra. En Ecuador, como en Kurdistán, las mujeres quebramos las nociones de frontera al buscar otras formas de organización y de democracia, es lo que estamos llamadas a hacer. 

Las nociones clásicas de Estado nación afirman que no se puede tener nación sin tener poder. Nuestras naciones construyen de otras maneras, siempre para defender la vida desde rearticulaciones políticas y éticas que nos conduzcan a pensar en otros modelos. Los estados nación construyen desigualdades para sostenerse y para legitimarse a sí mismos, y allí muestran todos sus efectos, sobre todo, en los cuerpos de las mujeres. La mujer, podemos decir, ha sido la nación más explotada. Hoy, en sus múltiples formas de ser a lo largo y ancho del mundo, las mujeres nos reorganizamos colectivamente para poner fin a esa explotación: no narramos sólo nuestra opresión, sino también nuestras emancipaciones y formas vitales de organización. 

Vemos en Ecuador, Colombia, México, que el reto que se han impuesto las mujeres desde las comunidades en lucha propone otras nociones de nación y de democracia. Son ellas quienes nos interpelan y en donde la Jineolojî ve afinidades con el confederalismo democrático que proponemos desde Kurdistán. En defensa del territorio continuo que constituyen el cuerpo de las mujeres junto con territorios comunales, y que es imposible desvincular, las mujeres hemos ido rompiendo fronteras del poder impuestas por la corrupción, la acumulación de capital y los Estados. Las fronteras extractivas, las fronteras urbano-rurales, los confines marcados para los cuerpos, están siendo desafiados.

Las guerras

Lo que observamos en Medio Oriente es que los Estados no logran crear dinámicas de centralización, que deben ser impuestas sin cesar por medio de formas indirectas más o menos de su ejercicio de poder. Inglaterra y Francia, por ejemplo, provocan encuentros multilaterales afuera del área para organizar su dominio, pero eso no termina de cumplirse. Los Estados Unidos tampoco lo han logrado, la violenta expansión del Estado de Israel es fallida, y se muestra en las guerras que ejecutan para asegurar acumulación a través de la esclavitud de las mujeres y la naturaleza.

A la guerra, oponemos la autodefensa para proteger nuestra existencia, no entendida como ataque, sino como cuidado creativo de la vida. A la esclavización de la naturaleza, oponemos el convivir con ella en contra de la acumulación. A los Estados en guerra, oponemos formas de organización societarias que permitan cuidado de la vida, autodefensa y autoabastecimiento en todos los niveles, y constatamos todo el tiempo que esa lucha también se está dando en América Latina. 

La memoria de las mujeres

La recuperación de la memoria de las mujeres es fundamental para darle fuerza al presente. Jineolojî mira hacia atrás miles de años para recuperar a las entidades femeninas, las luchadoras, las filósofas, pensadoras, narradoras, transmisoras de la tradición, a fin de corregir esa borradura que nos impide ver nuestra fuerza. No solo luchamos contra la opresión del colonialismo minero y petrolero, luchamos también por recuperar nuestra memoria. 

La recuperación de la memoria de las mujeres y de sus luchas históricas desmonta la naturalización del poder como única forma de gobierno. Debemos imaginar otras formas de organización que vienen de un pasado en donde las mujeres producían otro orden social. Hoy lo vemos en barrios urbanos, en regiones, en contextos urbano-rurales, en luchas territoriales: las mujeres reproducimos formas milenarias de relación, de comunidad, de organización, ganándole al olvido.

Los feminismos

Por todo esto, debemos recuperar y hallar nuestras propias formas de conocimiento. Jineolojî es una de ellas. No vamos a teorizar sobre las comunidades, sino a acompañarlas desde nuestros contextos. El reto para los feminismos contemporáneos es construir nuestras propias epistemologías para la sociedad, que serán emancipatorias y no colonizadoras: lo que Lorena Cabnal y las mujeres en Guatemala y otros territorios demandan como justicia epistémica. Situarnos en una posición de no comodidad al acompañar, buscar nuestras formas de relación, pensar a partir de experiencias compartidas y no sólo desde la teoría, nos lleva necesariamente a producir nuestro propio conocimiento. Rechazamos colonizar la experiencia de la otra, queremos producir encuentros recíprocamente transformadores.

Los procesos de socialización práctica de los feminismos por medio de praxis y teorías no colonizadoras nos permiten radicalizar y ampliar nuestras luchas, darles sentido y pasar de fases deconstructivas a la construcción de respuestas políticas concretas.

Debemos pensar en cómo volver a la conciencia común de todas las mujeres, no desde el privilegio, sino mirando la lucha interna de cada una de nosotras y cómo esa lucha nos fortalece a todas. 

Los muros

Ante los muros que separan a Cachemira de India; a Palestina de Israel; a Turquía de Siria, a México y el resto del continente de Estados Unidos: debemos trabajar contra esos muros que están dividiendo el mundo de manera demasiado rápida. Turquía administra la migración de Europa, y recibe millones de euros de la Unión Europea para perpetuar y fortalecer políticas globales divisorias y de guerra: este país se convierte así en la compañía de seguridad privada del resto del continente para administrar la muerte llamándola “flujos migratorios”. 

Europa aún financia guerras de colonización en el mundo y usa estrategias de guerra justamente para hacer de la solidaridad un crimen. Es lo que ha sucedido, por ejemplo con Carola Rackete, capitana del barco que llevaba a 40 personas migrantes de Libia a Lampedusa y que fue criminalizada por esto. Si hacemos de la solidaridad un crimen, estamos rompiendo el lazo social que aún puede construir comunidad, y esto no es sino una política bélica. El caso de las 40 personas migrantes y Carola ilustra, a la vez, lo que son hoy las políticas migratorias del continente europeo, que se articulan a la vez con la de Estados Unidos y los campos de concentración de migrantes y niñxs, y las políticas de cierre de fronteras que hoy gobiernan los bordes latinoamericanos.

Acuerdos entre los gobiernos de Libia con Italia en este caso, un gobierno ultranacionalista y misógino que revela esto en sus políticas y que no duda en acciones coordinadas como esta, donde se ve los acuerdos políticos sobre la vida de las personas, por ejemplo, entre Libia e Italia.

Vemos migración global forzada, barrios partidos en dos, ciudades destruidas por controles internos, despojo. El confederalismo democrático se plantea otros territorios en términos éticos y el tomar el control a partir de lo común, poniendo fin a dinámicas antagónicas que dividen y producen a personas sin papeles por miles, ahogando no solo sus derechos civiles, sino literalmente la vida, sus existencias.

Frente a la guerra y a los muros, proponemos construir otras cartografías, mapas de las luchas de las mujeres y de los pueblos, hacerlo en el encuentro entre muchas. Nuestras luchas epistemológicas, culturales, políticas y por la memoria no se reducen a mecanismos reactivos. Hay una palabra muy bella en kurdo, xwebûn, que significa ser una misma: desde nuestras propias formas de ser, sustrayéndonos de relaciones basadas en la dominación, construimos la pluralidad como fuerza y hallamos nuestras propias formas de lucha. La pluralidad de las mujeres en su irrupción colectiva mundial es la fuerza común que recorre hoy el mundo.

Cristina Burneo Salazar

Pertenece al movimiento de mujeres de Ecuador. Es escritora, traductora y docente en la Universidad Andina Simón Bolívar. Desde 2013 escribe artículos de opinión, crónica y narrativas desde el feminismo y otras desobediencias.

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