«Las familias llamadas hispanas usaban la piscina del Mason Park solo cuando estaba sucia. Bajo las leyes Jim Crow se practicaba la segregación de facto contra la población hispana. Aunque no hubiera leyes en contra de nosotres, se hacía extensiva.» Esto es lo que relata Stalina Villarreal sobre la realidad de segregación que vivió por décadas la población proveniente de migraciones de las Américas Central y del Sur en Estados Unidos. Aquí estamos, reconstruyendo escenas de frontera en nuestra conversación en Houston, que en muchos barrios es un México expandido.
Stalina es una artista y escritora tejana de origen mexicano. «Su bilingüismo proviene de su experiencia como parte de 1 ½ generación de mexicanos y xicanx», dice su biografía en su página web. En efecto, su linaje es migrante, bilingüe, fronterizo y luchador. Su madre fue María Jiménez, «la gran María Jiménez», como dice mucha gente en Texas. Ella es un referente de las luchas migrantes, feministas, obreras y chicanas en mundos que se cruzan para la justicia social.
En 2021, desde la Universidad de Houston y su doctorado en escritura creativa en español, la escritora mexicana Cristina Rivera Garza creó la distinción «María Jiménez» para escritoras comprometidas, en colaboración con Inprint,organización literaria sin fines de lucro, y Canal Press, sello risográfico independiente. María Jiménez estaba a favor de la gente universitaria que toma posiciones claras a favor de la justicia. Esta distinción prolonga su memoria y sus luchas históricas a través de la escritura en español tras su fallecimiento en 2020. Además, su aliento, ahora más allá del tiempo, nos da aliento a muchas en mundos cada vez más hostiles al compromiso político-universitario.
María Jiménez estudió ciencias políticas en la Universidad de Houston (UH) y fue la primera mujer latina en ser presidenta de la Asociación de Estudiantes. A los 19 años se declaró atea y empezó a ampliar su militancia en muchas coaliciones. Se involucró en el movimiento por la despenalización del aborto; en la lucha por los derechos civiles de les afroestadounidenses; en las luchas queer y migrantes de todos lados. Se involucró a tal grado, que apenas se graduó se integró a la Raza Unida Party. Este fue un partido político hispano centrado en las luchas chicanas, sobre todo mexicano-estadounidenses. Se creó en 1970 y cobró fuerza en Texas y California.
En sus múltiples coaliciones, María Jiménez integró el feminismo, el marxismo, las luchas chicanas, los derechos civiles promovidos por la población afroestadounidense y las luchas de trabajadorxs. «Fue a través de la traducción como ella logró esas coaliciones», dice Stalina. «María trabajó con las personas migrantes, pero no solo con ellas, también luchó en contra de la tenencia de armas, además de lo que hemos mencionado. Era muy intelectual y la gente la escuchaba mucho. También era observadora y escuchaba antes de hablar, le gustaba ser la última en tomar la palabra para rebatir los argumentos de les otres.»
Stalina Villarreal, María Jiménez, forman linajes que lo desestructuran todo a través de su afirmación por existir en regiones fronterizas –no sólo geográficamente fronterizas–. La lengua, la cultura, las nociones de patria, nación y estado. El arte de Stalina es queer-xicanx-bilingüe, imposible de fijar en una sola lengua o un solo lenguaje. Y reconstruyen mundos mixturados, renovados. Continúa Stalina: «Mi bisabuelo fue obrero, construyó la calle Navigation en Houston, por donde hoy caminamos. Yo soy la cuarta generación aquí. En 1957, mi abuelo trajo a mi abuela, a mi mamá y a sus dos hermanos. Antes, él había migrado a Chicago, pero era muy frío, por eso todas vinieron luego a Texas. Mi abuelo pertenecía al sindicato de obreros torneros, mi mamá heredó esas luchas.» María era una lectora insaciable, recuerda Stalina. «Desde pequeña, cuando iba a México, visitaba la biblioteca de su abuelo y allí se encerraba a leer, ya fuera Sor Juana o fuera también el periódico.»
En el volumen Turbar la quietud, publicado en español en Estados Unidos en 2023, donde varias escritoras contribuimos con reflexiones sobre/desde/pasando por Estados Unidos siendo desde varios lugares de las Américas. Stalina escribió el ensayo «Levantando el puño de las palabras», sobre su madre, María Jiménez. Aquí un pasaje: «fue nominada por Rosa Parks para que su nombre saliera junto al de otres activistas en un memorial electrónico en Alabama, y Mom fue una de las pocas personas que han puesto una corona funeraria sobre la tumba de Martin Luther King». Ese fue el mundo de María, un mundo que construyó desde múltiples fronteras, legado mixturado y rico que le transmitió a su hija, mundo desde el cual ella ahora produce arte y escritura en sus propios lenguajes, entre el español, el maya, el inglés y su permanente codeswitching: «sentía que el Golfo de México era mi hogar, el lugar entre Houston y Yucatán, esa es mi frontera.// Sin embargo, el Río Bravo es la frontera de mi bisabuelo, mis abuelos y Mom. También es la frontera de Carlos y la mía. Mi familia norteña ha cruzado la frontera texana por lo menos durante cuatro generaciones. Quizás más. Mi abuelo hablaba de una tía abuela que llamaba a la cucarachas ‘rochas’; sospechaba que era una bandida escondiéndose a la policía estadounidense…»